clases de yoga

miércoles, 24 de febrero de 2021

Redescubrir PRATYAHARA

A pocas personas sorprende hoy en día el hablar de la memoria del cuerpo. Sabemos que hay huellas sutiles en él que nos llevan a vivencias pasadas, a veces traumas, otras aprendizajes de todos los colores. Lo que a menudo resulta sorprendente es el camino que toman estas memorias para aflorar y revelarnos ese tesoro antiguo enterrado entre tejidos. Así me asombré ayer durante la práctica al recordar dos ejercicios generalmente clasificados dentro del PRANAYAMA o control de la energía (Prana). Algo que aprendí en su momento pero que nunca practiqué con asiduidad, prefiriendo otros. Se trata del BRAHMARI PRANAYAMA o respiración de la abeja y el SANMUKHI MUDRA, ambos parte del cuerpo de prácticas más tradicionales del Hatha Yoga. Creo que el recuerdo vino por una necesidad de interiorizar, de soltar la excesiva demanda del exterior, o la excesiva atención a ese exterior que constantemente nos llama a la acción, al hacer más que al Ser. Estos dos sencillos ejercicios nos ayudan mucho en la transición hacia el aparente caos (se trata, en realidad, de un orden superior), la maravilla y el sosiego del mundo interno.


1. BRAHMARI

Para realizar Brahmari Pranayama basta con sentarse en Sukhasana o en la postura en la que te sientas cómoda para meditar o respirar, con la pelvis bien apoyada y la columna y la cabeza descansando sobre ella. Si prefieres practicar en silla, asegúrate que las plantas de los pies puedan apoyarse en el suelo.  Cerrando los ojos, coloca los pulgares sobre el trago (saliente cartilaginoso situado delante del conducto auditivo), minimizando la entrada de sonidos del exterior. A partir de aquí empieza a pronunciar una "z" vibrante como el zumbido de una abeja. El sonido durará todo lo que dure la exhalación y será lo más uniforme en volumen posible. Luego vuelve a inhalar y realiza otra vuelta. 2 o 3 minutos de este ejercicio proporcionan una calma mental sorprendente, además puedes combinarlo fácilmente con respiración yóguica completa o con bandhas, siendo una buena preparación para la meditación.



2. SANMUKHI MUDRA

De nuevo sentado como para pranayama o meditación, con el tronco erecto y la cabeza erguida, cierra los ojos y permanece tranquilamente ahí unos instantes. Levanta las manos hacia la cara con los codos extendidos lateralmente. Con suavidad, coloca los dedos índices bajo las cejas sobre los ojos, los dedos medios bajo éstos cerca de las fosas nasales y los anulares y meñiques por encima y por debajo de los labios, respectivamente. Los pulgares se llevan al trago del oido como en el anterior, tapando el canal auditivo.

En este ejercicio los dedos hacen las veces de "cerrojos" para los sentidos (por eso, también se le llama Pratyahara), de modo que con ellos acompañas los párpados hacia abajo para cerrar los ojos; cierras un poco las fosas nasales (dejando espacio para respirar) y acercas entre sí los labios. Todo con un contacto suave. Permanece así un mínimo de dos minutos, sin alterar ninguna parte del cuerpo, pero conservando la sensibilidad de los dedos. Siente la quietud que experimentan los sentidos y el frescor en los ojos. A continuación suelta las manos y observa sensaciones, pensamientos...

Brahmari Pranayama y Sanmukhi Mudra pueden incluso convinarse entre sí, añadiendo al segundo el zumbido de la abeja.


PRATYAHARA

Dentro del Hatha Yoga, pratyahara es una disciplina autónoma a parte del Pranayama que prepara para los estadios propiamente meditativos: Dharana, Dhyana y Samadhi. No vamos a entrar aquí en la distinción entre estos tres estadios sino que nos quedaremos en esta disciplina previa que debe dominar cualquier aspirante a meditador/a: Pratyahara, es decir la retracción de los sentidos hacia el interior, lleva al control de uno mismo y al equilibrio interno. Lo que suceda afuera ya no te sacará tan fácilmente de este equilibrio, pues se ha desarrollado la capacidad de gobernar los sentidos, tal como Platón también decía al hablarnos del auriga que controla al caballo blanco y al caballo negro, haciendo referencia a nuestra parte animal e instintiva.

No resulta fácil decir a estas ventanas al mundo que existe un mundo tan infinito como el exterior en el interior,  un lugar ciego o lado oculto de la luna. No resulta fácil sino a veces aterrador cuando el mundo interno es gobernado por emociones dolorosas, pues éstas son las que más fácilmente se nos acumulan en el cuerpo por no haber sido expresadas. Se requieren grandes dosis de amor, paciencia y compasión para seguir mirando, escuchando y sintiendo hacia adentro. Estos ejercicios y muchos otros; la contemplación; el arte; el movimiento consciente, son buenas herramientas, pero la mejor de todas es el coraje, la perseverancia y una pizca de fe, como la que tiene el abejorro en que va a volar pese a que sus alas sean minúsculas y desafíe a todas las "leyes de la aerodinámica". 

El corazón nada sabe de leyes que solo rigen la proyección exterior de aquéllos que les damos crédito.










martes, 28 de abril de 2020

El mito de Virabhadrasana o las posturas del Guerrero

De todas las divinidades del panteón hindú, que no son pocas, las más queridas por los yoguis y las yoguinis son seguramente, la pareja Shiva/Parvati o Shiva/Shakti, que, en términos metafísicos, representan por un lado la Consciencia y por otro la Energía o Poder. Algunas veces se los representa como un solo ser, mitad Shiva, mitad Shakti, juntos son los dos aspectos que sostienen, crean, destruyen y dan vida al Universo. De hecho, cuenta la leyenda que el yoga llegó a los seres humanos a través del sabio Matsyendra que, convertido en pez, escuchó de escondidas a Shiva enseñarle los secretos del yoga a su esposa Parvati. De este modo la enseñanza divina llegó a nuestras mundanas manos y Shiva y su consorte fueron los guías y maestros de quienes la practicaban.
Al sabio Matsyendra se le dedican las posturas Matsyendrasana y Matsyasana, la torsión sentada y la postura del pez. Pero, en lo que simbología refiere, las más conocidas son las llamadas posturas del Guerrero I, II y III, o Virabhadrasana I, II y III, que precisamente tienen mucha relación con esta pareja fundacional a la que se atribuye el origen del yoga.

Cuenta la historia que Sati (Shakti), la hija menor del rey Daksha, desde muy niña sintió una inclinación especial por Shiva y le entregó su corazón, algo que no complacía a su padre, ya que este esgrimía unos valores muy conservadores, ajenos a la naturaleza libre de Shiva. Tanto era así que al swayamvara de Sati, ceremonia tradicional en la que se reunían los pretendientes a una doncella para su elección, Daksha invitó a todos los príncipes y devas exceptuando únicamente a Shiva. Sati, por su cuenta, movida por el amor, lanzó su guirnalda al aire, pidiendo a Shiva que la recibiera y éste apareció en medio de la corte con la guirnalda puesta, de modo que el rey Daksha no tuvo más remedio que permitir su unión, retirando, eso sí, cualquier afecto que pudiera quedar a su hija. Se dice que la feliz pareja fueron a vivir a la isla de Bhoga, o isla del placer, pero que un día el rey volvió a reunir a todos los reyes, príncipes y devas para un importante sacrificio (el de un caballo), de nuevo omitiendo a Shiva y a su hija en la convocatoria. Sati se sintió tan apenada y deseó tanto volver a ver a sus padres que convenció a Shiva para asisitir de todos modos. Al llegar el cruel Daksha empezó a burlarse de ella, por aparecer sin haber sido invitada y a insultarla a ella y a su marido. Tanto enfureció y dolió esto a Sati que se prendió fuego por su propio yogagni, su fuego interior (en otra versión del mito se sienta a meditar e igualmente prende en llamas).
Al enterarse Shiva de lo sucedido, preso de la ira y la tristeza, se arranca un mechón de su larga cabellera y lo golpea contra el suelo. Tanto Virabhadra, el feroz guerrero, como Rudrakali, la diosa destructora, nacen de este mechón y de la cólera de Shiva y son aspectos de este. Se dice que Virabhadra era realmente temible, alto y oscuro como nubes de tormenta, con tres ojos y cabello ardiente. Rudrakhali tiene su propia historia, que veremos más adelante. También se atribuye a Virabhadra ser el destructor de Ajñana, la ignorancia o falta de conocimiento. Así, esta encarnación de la furia de Shiva va en busca del rey Daksha para darle muerte y vengar a Sati. Las tres posturas que llevan su nombre representan respectivamente el momento en el que Virabhadra alza su espada (Guerrero I), apunta con ella a los presentes (Guerrero II) y finalmente decapita a Daksha (Guerrero III). 
Una vez Virabhadra ha sido reintegrado en Shiva, éste siente compasión por el mezquino rey y lo revive colocándole una cabeza de chivo. Sati, por su parte, reaparece en otro hermoso mito encarnada en Parvati y se reúne de nuevo con Shiva, pero esa es otra historia que merece ser contada en otra ocasión con más detalles.


Simbología e intepretación del mito:

Todos los mitos tienen infinidad de interpretaciones y ningún significado los agota, sin embargo podemos aventurar que, en este mito, el rey Daksha representa la mezquindad y la bajeza del ego, o aquél aspecto de la psique que sólo mira en propio beneficio, movido por el temor o por otros afectos primarios. Sati representa la pureza del corazón, el amor y la devoción, mientras que Shiva representa la consciencia o el aspecto más espiritual o elevado. Varios momentos de la historia pueden llamarnos la atención; el hecho de que Sati entre en llamas, por ejemplo. Hay que entender que el fuego, en la antigua India era un elemento fundamental en los ritos, sacrificios y prácticas espirituales. En cualquier templo (y aun hoy en día) había un fuego que no se apagaba nunca y, de igual modo, se consideraba que el fuego de la devoción, capaz de purificar el cuerpo y el alma (tapas) se hallaba en el interior de cada ser. Tan potente era el fuego interno de Sati que podemos entender que en su autocombustión le permite trascender este mundo demasiado cruel. La ira sublimada de Shiva, por otra parte, se transforma en un guerrero capaz de decapitar estos aspectos bajos y primarios del ego. No es una ira que remuerde o envenena, es una ira que se expresa y cobra la forma de una acción que es otro sacrificio. Finalmente Shiva siente compasión por la bajeza de ese ser, pero al colocarle la cabeza de animal, nos recuerda su aspecto instintivo y poco elevado. El mito nos habla de la necesidad de vivir desde los aspectos más elevados de nosotros mismos, aunque ello implique, de un modo más o menos crudo, más o menos evidente, hacer algún sacrificio, entendido éste como purificación o trascendencia de los aspectos bajos.


Las Asanas

Volviendo a nuestro Guerrero y sus tres momentos de acción, veamos ahora estas tres posturas tan queridas y practicadas en casi cualquier variante del hatha yoga. Las tres son posturas de pie y que nos conectan con nuestro poder interno. Es necesario un buen enraizamiento de los pies, se fortalecen las piernas para crear una base firme, se activan los tres primeros chakra o centros de energía, pues la fuerza de la tierra asciende por las piernas dando firmeza a la postura y activando el plexo. Desde el plexo, la energía se expande en el pecho y se dirige a través de los brazos.


Virabhadrasana I


Desde Tadasana o postura erguida, un pie da un gran paso hacia adelante y se flexiona la rodilla 90º. El pie de detrás se mantiene en el suelo, la pierna extendida, repartiendo el peso en ambos pies. La rodilla de delante se alinea entre el primer y el segundo dedo del pie, las caderas se igualan hacia adelante, tirando un poco la de la pierna de delante hacia atrás. El coxis se orienta hacia el suelo y se extiende la columna vertebral y los brazos hacia arriba, manteniendo los hombros bajos. Si es cómodo para las cervicales, también el mentón se eleva. La postura permite sentir la fuerza ascendiendo por las piernas y concentrándose en un solo rayo hacia arriba a través del eje del cuerpo y los brazos.


Virabhadrasana II



Desde Tadasana, de nuevo un paso hacia adelante, piernas alineadas el talón de delante con el arco del pie de atrás. La pelvis gira quedando orientada entre las piernas, mientras que la rodilla de delante se mantiene sobre el tobillo y creando un ángulo de 90º. Los dos pies se agarran bien al suelo, creando una fuerza hacia el centro. El torso recto, el coxis orientado hacia el suelo y los brazos se extienden hacia los lados con las palmas de las manos hacia abajo. La mirada hacia la mano de delante, tratando de que el torso se mantenga estable en su lugar y los hombros bajos. En esta postura la fuerza de las piernas y caderas asciende y se amplia por los brazos creando un horizonte, se expande el pecho y la respiración y se liberan los músculos de la espalda. En la medida de lo posible, la cara y el abdomen relajados.


Virabhadrasana III


Desde Tadasana o desde alguna de las otras variantes de Virabhadrasana, ahora el peso se va completamente sobre un pie, elevando hacia atrás la otra pierna e inclinando el torso hacia adelante hasta que pierna y torso quedan paralelos al suelo. Las caderas estables y a la misma altura, la espalda recta, y los brazos extendidos hacia adelante (aunque en algunas subvariantes la posición de éstos puede variar). Ambas piernas están activas, y también los glúteos y el abdomen para estabilizar la espalda, una mayor fuerza y equilibrio se requieren en esta postura para extender todo el cuerpo y dirigir la energía hacia adelante. Es recomendable alargar las exhalaciones.

Las tres son posturas que requieren preparación, sobre todo si queremos mantenerlas un tiempo, suelen incluirse dentro de la sesión de yoga después de haber hecho algunas posturas suaves o encadenamientos como Suryanamaskar (saludo al Sol) u otro. Después de realizarlas conviene bajar la energía y calmar el cuerpo con algunas otras posturas más suaves y/o respiraciones conscientes. Las dos primeras son bastante asequibles para principiantes, para la tercera hace falta un poco de práctica, pero siempre podemos ayudarnos de una pared e ir testeando el cuerpo, aproximándonos con cuidado y siempre mejor si es de la mano de un profesor o una persona con experiencia que nos pueda ayudar.

¡Feliz práctica!






viernes, 14 de diciembre de 2018

Portales de acceso a lo No-Manifestado

Más que una verdad clara y distinta, el famoso cogito ergo sum "pienso, luego existo" enunciado por Descartes, resultó ser una profecía. El rumbo de la modernidad que pensadores como él estrenaban, nos ha llevado a identificar cada vez más la existencia y lo que nos hace propiamente humanes con la actividad puramente mental. Nos hemos ido moviendo hacia una única modalidad del Ser, precisamente hacia aquella dedicada a delimitarnos. Creemos que somos la cárcel que nos contiene y es justamente al revés.
Ya dijo Jean-Paul Sartre, y no fue el único, que Descartes cometió un error fundamental en su enunciado: La consciencia que dice "yo pienso" no puede ser la misma que la que dice "yo existo". Hay una consciencia que piensa y una consciencia que se da cuenta o  que sabe que piensa. Si no fuera así, viviríamos pensando sin saber que pensamos, completamente alienados... De hecho, a menudo es así y parece que cada vez más.

La autoconsciencia, el ser consciente de uno mismo, es un movimiento reflexivo genuïnamente humano que requiere salirse del flujo del pensar y conectar con la intuición o "pensamiento superior", con otra modalidad situada "más arriba", pues tiene más perspectiva. Quizás podríamos decir que añade una dimensión o visión. Ya dijo Einstein, pensador sumamente intuïtivo, que la consciencia que ha creado el problema no puede ser la misma que es capaz de resolverlo. Operamos en niveles.
En términos del filósofo catalán contemporáneo Josep María Esquirol: "Vivir es sentir-se viviendo." Hay algo más fundamental en la aprehensión de la existencia, algo seguramente más cercano al sentir que al pensar. Ese "algo" llega de forma clara y distinta en la contemplación o en la meditación, ya desde sus comienzos. Este es uno de esos lugares donde la práctica resulta mucho más clarificadora que el desarrollo conceptual. Lo primero que ocurre cuando te sientas a meditar es que sobreviene el flujo del pensar y te das cuenta de que piensas. A veces el flujo te atrapa, pero con la práctica es cada vez más fácil situarse en la orilla, en ese otro modo del ser, libre de la inercia de los pensamientos, que abre un campo o una dimensión nueva. Se abre la Consciencia.

Cuando la consciencia se dirije hacia adentro, hacia sí misma, se encuentra con lo No-Manifestado. Pensamiento es Manifestación y, de hecho, algunas tradiciones afirman que el Universo es Mente, que todo está hecho de pensamientos. El reconocimiento del crear de la propia fuerza creadora la "condensa" en una singularidad. Es como un lugar infinitamente grande e infinitamente pequeño (interno) a la vez, y se siente como una paz o quietud de fondo que todo lo envuelve. Llegar a ello requiere práctica y/o una suerte de "gracia". Pero hay portales de acceso, seguramente muchos y distintos según las tradiciones y particularidades de cada sentir; cinco de ellos, que Eckhart Tolle resume en su famoso El Poder del Ahora resultarán ser, seguramente, los más asequibles para el modo de ser moderno. Ellos son:

  • Entrar en contacto con el cuerpo interno, es decir, con el campo energético que envuelve y penetra el cuerpo. Esta práctica es muy potente, pues se trata de sentir la vida misma vibrando y latiendo, abandonando cualquier imagen o proyección sobre el cuerpo para sentir-se como fuerza o energía. De este modo la consciencia se mueve a un flujo expansivo y profundo y uno se da cuenta de que los límites que creemos que tenemos son puras imágenes añadidas a esa experiencia vital.
  • Permanecer intensamente presente. Pues el presente es lo único que existe y que puede conectarte con lo que verdaderamente eres. La mente dirigida constantemente al pasado o al futuro nos mantiene en una ilusión que nos desconecta de nuestra verdad. Estar presente quita poder a la mente y en favor de la vida y la pone en su lugar.
  • Entrar en el silencio. Como decía Raimon Panikkar, uno de los mayores peligros de la industrialización y de la modernidad es que no deja lugar al silencio. Ni dentro ni fuera. Ahora con la llamada "era de la información" este problema se evidencia todavía más. Todo surge del Silencio, especialmente toda Verdad. El Silencio envuelve cada sonido, engendra la Palabra y, en sí mismo, conduce a la profundidad infinita. Volver al silencio, que a menudo requiere de la soledad, es de una honestidad radical. En él no hay engaño posible, en él la ilusión se desgasta y perece.
  • Ser consciente del Espacio. La consciencia de espacio es el correlato del silencio en el sentir. No hay objetos sin un lugar donde los objetos se dan y lo mismo ocurre con los pensamientos y las sensaciones. Consciencia de espacio es consciencia de matriz, de fuente, de Ser más allá de lo que se ve. Entrando profundamente en esta consciencia la interioridad y la exterioridad se funden.
  • Rendirse a lo que es. Aunque todos los portales están guardados por la muerte y el ego muere en ellos (aunque luego pueda resurgir), este es el que más claramente requiere de su sacrificio. Rendirse a lo que es es la aceptación radical de lo que uno es y de lo que se da, el abandono de toda resistencia ante el mundo. La Paz que conlleva esta rendición es un bien que a veces se adquiere tras grandes batallas y mucho dolor, otras veces por un destello o comprensión de que todo ya es perfecto.


sábado, 22 de septiembre de 2018

¿Qué es estar iluminado/a?


Cuanto más lejos situemos el objeto que nos ocupa, sea este la iluminación o cualquier otro, más podremos hablar de él, filosofar entorno, venerar, engrandecer, hacer como que conocemos y sabemos algo. Esto es, precisamente, lo que mejor hace el ego: pretende y crea separación, engrandece y empequeñece; dualiza.

Sobre todas las cosas, al ego le interesa crear separación en el Ser, algo que es verdaderamente imposible y sólo una ilusión en la que creemos para mantener una idea de identidad bajo las garras del miedo. El miedo del ego a desaparecer, a ser desenmascarado. Y es que sólo es eso, una máscara, una forma prestada.

En realidad, la iluminación no puede ser un objeto o un concepto, no puede estar lejos ni cerca, ya que es el estado natural del Ser, nuestro estado natural, donde sujeto y objeto se funden. Es la realidad que sustenta y da origen a todo. Es el SENTIR la conexión y la Unidad del Universo, manifestado y no-manifestado. 
Este estado se revela únicamente ahora, en la presencia donde el nudo del ego, que entrelaza una idea de pasado y de futuro, se deshace por completo. 
Al permitirte sentir plenamente, el Alma recupera su estado natural de consciencia y plenitud. Vuelve al hogar.

El camino hacia la iluminación es un camino de deshacer, desmontar y desaprender; un ir quitándose capas y capas de disfraces, ilusiones, identificaciones... Hasta vislumbrar la esencia y hacer de ella lugar de residencia.

Eckart Tolle, en su famoso libro El poder del Ahora, enumera distintos portales de acceso al Ser, estos son: el Silencio; el Espacio; la Rendición y, por supuesto, el Ahora, la entrega completa al momento presente (y aun hay más). Todos ellos forman parte del Camino del Yoga o camino a la Unidad.

¿Ah, y el Amor? El Amor no es un portal. El Amor mana, fluye e impregna toda la realidad en cuanto uno de estos portales se abre. ¿Vamos? :)

sábado, 2 de junio de 2018

AVIDYA y el sueño de MAYA


Para comprender el objetivo de la meditación y del yoga, resulta muy interesante y casi necesario acercarnos a algunos de los conceptos importantes de la tradición hindú y budista, ambas provenientes de la cívilización védica o protovédica, sistemas filosóficos y espirituales con raíces tan antiguas como la humanidad misma.

Comprender los conceptos nos sirve de puente. Avidya esta formado por el prefijo negativo a- y la palabra vidya, que significa "ver, saber, comprender". Vidya deriva de la raíz porto-hindoeuropea weid, de la que también deriva el latín videre (ver) o el inglés wit. 
Aunque es bastante común que se traduzca avidya como ignorancia, muchos autores apuntan a que esta traducción no es adecuada, ya que avidya es más bien una no-sabiduría, un oscurecimiento de la percepción que genera una visión equibocada de la realidad. Señala la confusión fundamental entre lo permanente y lo impermanente que, según Patanjali, auntor del texto más clásico del yoga, los Yoga-Sutra,  es el principal obstáculo para el yoga (como estado de realización del ser). Aquél que vive en avidya cree que el mundo impermanente captado por los sentidos y proveniente de los estados mentales es la realidad última. El objetivo de la práctica del yoga es eliminar las perturbaciones de la mente para que ésta sea capaz de abrirse a la dimensión permanente del mundo, Espíritu o Dios.
Avidya es la contraparte de otro concepto muy importante en la tradición hindú, maya, que suele traducirse como ilusión, sueño o irrealidad y que hace referencia al cosmos creado y al mundo tal como lo vemos. Así como avidya refiere a una falta de comprensión desde el sujeto; maya se refiere al mundo fenoménico mismo como ilusorio. Sin embargo Maya tambiéne es una diosa y una fuerza creadora y milagrosa, madre de la propia muerte (Mritiu). Para algunos místicos esta manifestación es real. Cada persona u objeto físico, desde la perspectiva de la eternidad, es como una breve y perturbada gota de agua en un océano sin límites. La meta de la autorrealización espiritual es entender esto, sentir intuitivamente la diferencia entre el yo y el universo como una falsa dicotomía; puesto que la idea de que la conciencia y la materia física, o la mente y el cuerpo son cosas diferentes, es el resultado de una perspectiva no-iluminada, de avidya o de la mente oscurecida.

Los sistemas de conocimiento orientales son multidimensionales, los conceptos se conectan entre sí y nos hablan de distintos niveles de comprensión, desde el cosmológico, cómo es el mundo y la realidad y qué lugar ocupamos en él, hasta lo más práctico referente a la psicología y la salud en el día a día.
En los Yoga Sutra II.3 y II.4, Patanjali señala que los obstaculos que impliden una percepción clara de la realidad son:

- la comprensión defectuosa (avidya)
- la confusión de valores
- el exceso de apego
- las aversiones irracionales
- el sentimiento de inseguridad

Siendo el primero, el orígen de los otros cuatro.

Acompañarnos a nosotros mismos a escuchar, a recibir el silencio, mantenernos en serena expectación, suavizar nuestros juicios y nuestras ideas preconcebidas, no dejarnos arrastrar por el flujo de la mente alterada y las llamadas de los sentidos; estimular la confianza en nosotros mismos, la fe, la voluntad y la intuición, son algunas de las cosas que podemos hacer para salir de avidya. Aunque vivimos dentro del tejido de Maya, somos también Purusha, el gran Espíritu.




viernes, 18 de mayo de 2018

Consciencia Primordial




Hay una verdad sobre la que el pensamiento y el sentir orbitan, como satélites tratando de captar una frecuencia olvidada. Esa verdad es tan evidente como escurridiza algunas veces y viste muchos nombres; emerge, se esconde, se racionaliza, se explica y se cree(a). En general la podemos llamar espíritu o consciencia.

Cuando empiezas a meditar reconoces los patrones de pensamiento, las imágenes, las emociones y las sensaciones que aparecen, pero, en seguida, se hace evidente algo más simple sin lo que todo lo demás no existiria: Eres consciente. Todos estos contenidos y fenómenos se dan en el marco de una interioridad, de un espacio que a veces llamamos presencia otras veces consciencia y que mantiene una relación especial con otro lugar, aun más misterioso, al que, desde las investigaciones de Freud a principios del siglo XX, llamamos inconsciente. 

¿Qué es ser consciente? En un sentido, poco más que una suerte de continuidad entre las imágenes y el diálogo interno, un hilo conductor; o quizá una fuerza que da significado y vida, que crea y atestigua simultáneamente.  Desde el pensamiento moderno en seguida  se nos aparecerá la idea del "yo", pues no concebimos consciencia sin ego, sin esta idea autoreferente. Pero se trata de un concepto algo problemàtico cuando abordamos la introspección, sobre todo cuando vamos un poco más allá de la pura racionalidad y juego de las ideas, que es lo que sucede en la práctica la meditación o cuando nos aproximamos a las filosofías antiguas, cuyo marco de referencia es muy otro. De hecho, algunos de los problemas más comunes con los que una persona educada bajo el canon de Occidente se encuentra es esta idea de ser un sujeto o "yo" separado del mundo. Este marco o paradigma, usando la terminología de Thomas Khun, es algo muy propio del pensamiento moderno, heredero de la revolución científica y el racionalismo cartesiano, pero no fue siempre así. Hubo un tiempo ancestral en que el ser humano concebía un mundo vivo y consciente en dónde fuerzas cargadas de intención y de significado (dioses, devas, espíritus, genios, aliados...) regían y acompañaban los acontecimientos, los ciclos y la vida tanto de la humanidad como de la naturaleza. De aquella visión del mundo hay todavía múltiples ejemplos en culturas en las que no ha habido ruptura con esta clase de conocimiento y movimientos que, tras la crisis que la revolución industrial y la cultura de masas supuso, buscan un retorno a un cosmos más lleno de sentido para vivir mejor. Y es que parte del interés que nos despierta la espiritualidad y las visiones orientales o indígenas tiene que ver con una necesidad de dar sentido a un mundo del que la propia razón nos ha apartado.




En la visión primordial o ancestral, el yo o sujeto forma parte del mundo participando del mismo, formando un contínuo de consciencia. La naturaleza tiene inteligencia y alma y las relaciones con la misma son a través del símbolo, la analogía y el ritual, formando parte de la realidad cotidiana. No hay ruptura entre uno mismo y el mundo y éste posee interioridad, no habiendo tampoco una escisión entre alma y cuerpo, mundo físico y mente. 
En contraposición, la visión moderna traza una línea clara entre el yo y el mundo. La consciencia pertenece únicamente al sujeto individual, que quedará como encerrado en su propia subjetividad; y el mundo, vacío de significado, se presenta como una colección de objetos con los que únicamente se puede mantener una relación instrumental, de uso.
Así es como se llega a situar al ser humano por encima de la naturaleza y los demás seres del mundo y se procede a una serie de relaciones de expolio y "falta de empatía" planetaria que nos ha conducido a múltiples desastres ecológicos, socioeconómicos y psicológicos.


La búsqueda espiritual que muchas personas iniciamos tiene mucho que ver con un anhelo de retorno a un cosmos más vivo y significante, volver a hacer del mundo un hogar. Tener un lugar, formar parte de un plan, una idea de destino, un objetivo, un propósito; hallar paz y equilibrio... Se expresa de muchísimas maneras, algunas más místicas, otras más mundanas, pero finalmente este impulso viene a querer mover esas paredes del yo en la que nos hemos encerrado desde hace siglos. Ese pacto recurrente que nos aísla y nos hace vivir la llamada "soledad existencial" y el anhelo de trascendencia parece que ya no pueda sostenerse mucho más. Miramos hacia atrás, hacia ése pensamiento ancestral y las sabidurías antiguas, para ir hacia adelante, para hacer coherente un Universo cada vez más mágico e infinito, un mundo que se polariza una sensibilidad que puede abrirse en todos y cada una de nosotros. La meditación es una puerta perfecta para ahondar en este amado desconocido, aunque seguro se abrirán muchas más  :)




viernes, 20 de abril de 2018

Los 5 KOSHAS o envolturas del ser






La anatomía sutil es la ciencia que surge de la observación del ser y describe los sistemas o capas que lo conforman, tanto a nivel físico como no físico. 

Todas las tradiciones contemplativas, así como las medicinas tradicionales de muchísimas culturas, tratan y entienden el cuerpo no meramente como un objeto en el mundo, sino como un conjunto de sistemas en relación con el entorno y entre sí a través de complejas redes de intercambio energético. El descubrimiento de estos sistemas es fruto de un trabajo colectivo, tanto de la introspección e investigación de practicantes de la ciencia contemplativa (meditadores y meditadoras, chamanas, heremitas, etc.) como de la observación del mundo y de los "cuerpos externos" a uno mismo por parte de sanadores y sanadoras, artistas y hombres y mujeres de conocimiento. 
Resulta asombrosa la coincidencia de las descripciones de esta anatomía sutil en todas las culturas. Muchas describen meridianos o canales de energía conectados a los órganos, como en la Medicina Tradicional China o el Ayurveda, y capas o cuerpos de energía o elementos más sutiles que se sobreponen y amplian la dimensión física del yo.



En el caso del Yoga, la anatomía sutil describe también la vía de realización o evolución del ser, desde lo más denso a lo menos denso. Se describen 5 KOSHAS o envolturas principales:


ANNAMAYA KOSHA: Literalmente és el cuerpo conformado por los alimentos, es decir, el cuerpo físico denso. En la práctica del yoga, esta dimensión corresponde sobre todo a ASANA (posturas y encadenamientos).

PRANAMAYA KOSHA: El cuerpo de PRANA o energía vital. Podría equipararse al campo electromagnético y se ve muy influenciado por cómo nos sentimos. En el yoga se trabaja específicamente a través de los PRANAYAMA o ejercicios de control y dirección de la energía (a través de la respiración, los mudras, etc.).


MANOMAYA KOSHA: És el también llamado cuerpo mental inferior (o cuerpo astral), formado por las emociones y los pensamientos espontaneos. Se trabaja a través de las primeras fases de la meditación, que entrenan la atención, interiorización o DHARANA.

VIJÑANAMAYA KOSHA: És el cuerpo mental superior o del discernimiento, formado por los pensamientos elevados, la capacidad de discernir, evaluar e integrar conocimiento. Corresponde al siguiente nivel de la meditación, una vez interiorizada la atención: DHYANA o concentración.

ANANDAMAYA KOSHA: Se le llama cuerpo causal, porque es la causa de las demás envolturas. En esta dimensión no existen tiempo, espacio ni individualidad. És el cuerpo de la dicha llamada ANANDA. A través de la práctica meditativa, el yogui llega al estado de SAMADHI. En este estado, que es como un destello de luz, desaparecen todos los límites.

El camino del yoga describe un proceso evolutivo a través de todos los niveles de los koshas. El yogui se va liberando de las limitaciones de las envolturas hasta alcanzar el cuerpo causal, donde se verifica la unión de la consciencia individual con la consciencia cósmica PARAMATMAN.

Lo que resulta muy interesante de ésta y otras visiones, es que cuerpo y espíritu se integran i se trabajan simultáneamente, como una sola cosa, pues se trata únicamente de ir profundizando en uno mismo, en todas las dimensiones, sin negar, excluir u ocultar ninguna. 
El cuerpo es el templo, con la práctica abrimos la puerta y allí, al fondo, iluminado, te espera tu altar a lo desconocido, a lo divino de tí mismo.

Feliz práctica :)